El Libro, qué es y para qué sirve

Periódico: 
Las Provincias
06/05/2019

 

El libro es una creación humana para transmitir pensamiento, sentimientos y conocimientos en sentido y definición general. En sentido estricto es un conjunto de hojas que contienen escritos, bien de forma manuscrita o impresa, o pinturas. Las hojas pueden ser de papel (hecho con elementos vegetales, piel (pergamino), vitela u otro material, perfectamente ajustadas y unidas por un lado y protegidas con lomo y tapas.

Hace unos años, una persona, hizo en una extensa red social la pregunta siguiente: “El libro ¿para qué sirve?”, dada la redacción del escrito mi respuesta fue breve pero rotunda: “entre otras razones para no cometer faltas de ortografía”. No hubo respuesta.

En realidad transmitir pensamientos, conocimientos y sentimientos es circunstancial a la naturaleza humana como nos enseña la investigación histórica. Gracias a esta tendencia innata desde los primeros tiempos, tendencia básica porque ha sido el motor, el leitmotiv de la evolución, la especie humana se ha alejado totalmente de nuestros primos hermanos los monos antropoides.

La evolución humana es un proceso más de la evolución del Todo, porque el Mundo, de acuerdo con nuestra propia definición, es un proceso evolutivo total, constante y absoluto, pero un proceso en el que intervienen tres factores, antropológicos-fisiológicos, tecnológicos y culturales.

La tecnología cambia la acción vital humana interna y externamente, estos cambios influyen decisivamente en los primeros y, anatómicamente, se producen las adaptaciones necesarias; la evolución antropológica lo evidencia.

Los cambios antropológicos dan lugar al desarrollo de nuevos órganos que, a su vez, facilitan el desarrollo y perfección de los tecnológicos, así como la comunicación interna y externa de las comunidades humanas.

La perfección de los artefactos para la caza y su consumo, para la protección externa y corporal, y la invención de otros nuevos permite la creciente cohesión social y consecuentemente cambios económicos y sociales. La “domesticación” del fuego fue una conquista trascendental y la posibilidad de fonación otra.

En época neandertal, con anterioridad al 30.000, los adornos corporales ya transmiten algo; el arte, que comienza con ellos según las últimas investigaciones, es el primer signo evidente de transmisión de pensamientos, sentimientos y conocimientos, lo que se completa con el inicio de la emisión de sonido por disponer del hueso hioides que lo permite. El arte paleolítico, de exquisita confección por medio de sustancias perfectamente elaboradas en toda su área de difusión, permite considerar la necesaria comunicación ya generalizada, lo que el disponer de tecnología lítica y ósea similar lo afirma.

Cada cavidad que contiene este arte debiera ser considerada como un libro no obstante la definición que podemos hacer actualmente en sentido estricto, mientras que el conjunto de las de una región o territorio pudieran ser consideradas como bibliotecas temáticas.

Libros y bibliotecas que evolucionan y se perpetúan a través del tiempo y, con el mismo sentido temático, nos lo encontramos durante el Mesolítico con el Arte Rupestre Levantino, en el que la comunicación va mucho más allá, se amplía y enriquece.

Lo mismo ocurrirá unos miles de años después durante el Neolítico, la Edad del Cobre y la del Bronce, con el Arte Esquemático sobre soporte ampliado y en el que las figuraciones son auténticas pictografías, las cuales son antecedentes de los ideomorfos cuya estilización y reducción dio paso a la escritura alfabética, siendo el alfabeto fenicio el primero conocido. Hoy día una corriente apunta la posibilidad de que el mismo proceso que pudo conducir a la consolidación en el Próximo Oriente de este alfabeto ocurriera en la Península ibérica y que diera lugar a la escritura tartésica en Andalucía occidental o a la ibérica en el área mediterránea.

El libro actual tal y como lo conocemos en el mundo occidental, utiliza el alfabeto latino, incluso el electrónico universal, con tendencia a abandonar el soporte tradicional en papel por el uso creciente del electrónico.

En el siglo VI antes de Cristo en el territorio valenciano, consolidado el hemialfabeto o signario ibérico, disponemos de los primeros textos escritos, grabados o pintados sobre  plomo, cerámica, hueso, cobre o bronce y piedra. En el siglo XV (año 1474) se introdujo la imprenta y se imprimió el primer libro valenciano y español.

La Real Academia de Cultura Valenciana comenzó a celebrar el Día del Libro durante el mes de junio el año 1990, hace ya, pues, 29 años, en los Jardines de Monforte y, a partir, de 2001 en otros lugares menos simbólicos. Poco a poco, fue decayendo hasta convertirse en la Semana (o Fira) del Llibre Valencià, confinada por diversas circunstancias en la planta baja de su edificio en la Calle Avellanas de Valencia, donde hemos convocado exactamente su XXIX edición del 6 al 10 de mayo.

En el anuncio que aparecerá se puede ver la serie de actos programados para exaltar el auténtico libro valenciano, que es el hecho en la Comunidad o fuera de ella, en Lengua Valenciana, Española o en cualquier otra, pero siempre por y para Valencia, los valencianos, su historia, lengua y cultura.

De especial relevancia será la presentación allí del Gran Diccionario de la Lengua Valenciana, obra en dos volúmenes, impedido hasta ahora, pero de gran trascendencia para este gran y primer símbolo de identidad para el Pueblo Valenciano.

Junto a él se expondrán los 34 volúmenes de la Serie Histórica, los 23 de la Filológica, los 23 de la Arqueológica, los 15 de Lenguas y Epigrafía Antiguas y los cinco volúmenes de la Historia General del Reino de Valencia de nuestra dirección. Aparte los 94 volúmenes de Anales y otras diversas series.

Día del Libro en España. Día del Libro Valenciano en Valencia también.