El rey Jaime I fue el monarca conquistador que incorporó las tierras valencianas al ámbito cristiano; fundador del reino cristiano de Valencia e impulsor de esta institución político-jurídica.
Pactada la entrega de la ciudad de Valencia después de unas arduas negociaciones, tuvo lugar la entrada oficial del Monarca y su séquito en la ciudad del Turia. El hecho se produjo el 9 de octubre de 1238. Actualmente, los valencianos conmemoramos solemnemente esta efeméride con actos diversos como un “Te Deum” de acción de gracias en la catedral y una procesión cívica en la que se invita a todos los ciudadanos de la ciudad y reino.
Una vez conquistadas tierras valencianas, el Monarca legislador tuvo que proceder a organizar el territorio y regular las relaciones sociales. Para ello, elaboró un extenso “Corpus” legislativo, convocó Cortes valencianas y creó modélicas instituciones de gobierno.
El hecho más relevante y transcendental del espíritu jurídico de don Jaime fue la concesión y promulgación de los “Furs”, código inspirado en el derecho romano que representó un avance en la legislación medieval de los territorios hispánicos y otorgó el título de “Regnum” cristiano a este territorio al concebir su conquista con un sentido patrimonial que no descubrió hasta estar asentado en la capital.
Se ha formulado la pregunta de cuándo se planteó don Jaime consagrar la independencia jurídica de estas tierras. Pudo ser, antes, durante o después de la conquista. Historiadores y juristas nos ofrecen diversas opiniones sobre esta cuestión. Según Roque Chabás el monarca tendría proyectos favorables a las aspiraciones aragoneses, muy diferentes a los que se desarrollaron después de conquistada la ciudad de Valencia. Juan Beneyto sostuvo que poco antes de tomarse Valencia el rey no tenía claro las direcciones jurídicas que debían prevalecer en la capital, “cap i casal del regne”, hasta el punto que llegó a establecer oficios y cargos propios de la legislación aragonesa. Baltasar Rull afirmó que había motivos para sospechar que el rey don Jaime, conquistador y numen del Reino de Valencia, lo concibió con un sentido patrimonial que no desveló abiertamente hasta la ocupación de la capital. Miquel Adlert Noguerol supuso que don Jaime pensó en tener un reino independiente desde el primer momento que tomó la decisión de la conquista de estas tierras. Al margen de cuando tomará la decisión, sí que es una evidencia que la constitución del Reino de Valencia fue la plasmación de la voluntad del monarca Jaime I.
La conducta del Soberano se ha considerado que fue sagaz e inteligente; disimuló sus intenciones para evitar contradecir las pretensiones de los que le acompañaron en la conquista. Don Jaime no expuso claramente sus intenciones militares, jurídicas y políticas para que los nobles no abandonaran la conquista. La “Crónica de Jaume I” relata que al llegar a conocimiento del Rey el propósito nobiliario de abandonar la campaña, el Monarca pasó una noche terrible. Posiblemente don Jaime pensó en no engrandecer el poderío de aquellos que le creaban problemas, aunque le debieran fidelidad.
Al nuevo rey foral de Valencia le interesaba conceder y aplicar al recién creado Reino una legislación propia, codificada, territorial y no feudal como mejor defensa de su independencia frente a las apetencias de otros territorios de la Corona de Aragón y de nobles y eclesiásticos que aspiran a engrandecer su poderío.
La implantación del derecho aragonés -en muchos lugares- el catalán -en pocos- y el derecho o costumbres sarracenas rigieron en un principio de la conquista, pero paulatinamente cedieron su aplicación frente a la progresiva territorialidad del derecho valenciano, más condescendiente y favorable a los intereses de los ciudadanos libres.
Los “Furs”, cuerpo legal, como “ius ex novo” que era, impulsó la necesidad de establecer la justicia para un buen gobierno. En uno de los pasajes de la “Crónica” se recoge “que si justicia jo fos, les gens no aurien mester rey”.
El espíritu jurídico de don Jaime se manifestó en el respeto a la aplicación del Derecho privado y del Derecho público; en el Derecho político en su gobierno, en los actos de guerra y de paz, y en el Derecho internacional al respetar los pactos y tratados concertados. Francisco Elías de Tejada escribió que el rey Jaime I fue “el teorético más antiguo del parlamentarismo europeo, cuando todavía andaba en mantillas la organización de las cámaras inglesas”.
Valencia es lo que es por el legado histórico institucional que nos dejó Jaime I. Sin la gesta de la conquista y la implantación del pensamiento político y jurídico de este monarca que transformó tierras peninsulares en el reino cristiano de Valencia, bien hubiéramos podido ser una fracción geográfica del Levante peninsular.