Los actos programados dedicados a homenajear el año jubilar vicentino están finalizando; pero la profunda devoción que los valencianos profesamos por este eminente santo valenciano continua plenamente viva.
La Real Academia de Cultura Valenciana no ha sido ajena a esta celebración. A lo largo de este año ha organizado un ciclo de conferencias dedicadas a analizar la figura y el entorno del dominico valenciano; le destinará un volumen de los “Anales” de la RACV que recogerá diversos artículos que estudian la polifacética personalidad de fray Vicente Ferrer, y el 4 de noviembre inauguró la exposición “Sant Vicent Ferrer, les claus d’un home de Deu”.
Fray Vicente Ferrer fue una personalidad comprometida y llamado a intervenir en los grandes problemas de su época. Fue uno de los predicadores más eminentes de la Europa bajomedieval. Eficaz pacificador y conciliador en los conflictos de su tiempo. Fue requerido para poner paz y tregua en los enfrentamientos de los bandos de Valencia. Tomó parte activa en el Cisma de Occidente y en las deliberaciones del Compromiso de Caspe para elegir rey de la Corona de Aragón. Participó en las famosas “Disputas teológicas de Tortosa-Sant Mateu” para atenuar las “controversias judeo-cristianas”.
En el seno del Reino de Valencia, así como en toda la Corona de Aragón, los enfrentamientos de los bandos sociales eran una constante. Las ansias de ocupar cargos representativos en la gobernabilidad local y regnícola y el deseo de influencia de poder sobre la Corona impulsaron las hostilidades entre diversas familias nobiliarias. En Valencia, los “jurats” diligenciaron muchas órdenes e hicieron propuestas a los reyes para que propiciaran la extinción de las “bandositats”-bandos-, pero unas veces por negligencia de los oficiales que tenían la obligación de hacerlas cumplir y otras porque lo mandado por el rey iba en contra de los “furs i privilegis”; lo cierto es que no encontraban la fórmula adecuada para solucionar los conflictos. Vicente Ferrer, dado su prestigio y poder de convicción, fue requerido por los “jurats” de la ciudad de Valencia, en diversas ocasiones, para que viniera a Valencia a predicar y mediar en las luchas de los bandos constituidos de la ciudad, con el objetivo de frenar las rivalidades y lograr la pacificación.
A la muerte sin descendencia de Martín I el Humano, rey de la Corona de Aragón, se plantea la cuestión sucesoria. El protagonismo del dominico valenciano Vicente Ferrer fue determinante para acabar con el problema suscitado. En el castillo de Caspe, hizo una defensa clara de los derechos sucesorios del infante Fernando de Castilla, que por ser nieto del rey don Pedro el Ceremonioso, padre del fallecido Martín I el Humano, era el pariente más próximo de legítimo matrimonio. Fernando de Antequera obtuvo en Caspe, la unanimidad aragonesa, la mayoría valenciana y la minoría catalana.
El Cisma de Occidente y el Concilio de Constanza fueron consecuencia del cambio de mentalidades y de la crisis de los estados de fe en la Europa cristiana en el tránsito del siglo XIV al XV. La confusión entre el poder temporal y espiritual, la presión de las monarquías por tener un Papa de su obediencia y la necesidad de reformas de la Iglesia condujo al Cisma de Occidente (1378-1417). El traslado del papado a Aviñón creó recelos, complicó la situación y dividió al seno de la iglesia.
En julio de 1414 se reunieron en Morella el rey Fernando I de Aragón, el papa Benedicto XIII y el dominico fray Vicente Ferrer para tratar la cuestión de la renuncia de Pedro Martínez de Luna a la tiara y dar solución al Cisma de la Iglesia. Las negociaciones fueron infructuosas. No se pudo vencer la intransigencia del antipapa. Esto determinará que Aragón, Castilla y Navarra abandonaran la obediencia religiosa debida a dicho Pontífice.
El 6 de enero de 1416 fray Vicente Ferrer, que le había prestado grandes servicios y tenido “militancia por el papa Luna”, fue el encargado de leer en Perpiñán la fórmula de substracción de una parte de la Cristiandad a su autoridad papal
Después de la frustración del Sínodo de Pisa, el Concilio de Constanza eligió Papa a Martín V (1417-1431) lo que significará el final del Cisma y la unidad de la Iglesia. El dominico Vicente Ferrer y la Corona de Aragón desempeñaron un papel relevante en estos hechos.
La documentación archivística recoge numerosas disposiciones, provisiones, mandatos y actuaciones que emanaron de la Cancillería de la Corona de Aragón, de las “Corts de Justicia” y de los “Consells municipals” de ciudades y villas del Reino que nos proporcionan noticias sobre las relaciones entre cristianos, sarracenos y judíos.
Fray Vicente Ferrer participaría en las famosas “Disputas teológicas de Tortosa-Sant Mateu”, celebradas durante casi dos años. Éstas fueron un verdadero congreso rabínico-cristiano precedente de los actuales diálogos ecuménicos. Las predicaciones del dominico fueron el instrumento para la conversión de judíos por la palabra. El principio de libertad para abrazar el cristianismo fue defendido por el Santo en sus predicaciones y tenido en consideración por el rey Fernando I y los oficiales de la Corona de Aragón. Sin embargo, ha llegado a ser difamado, e incluso a atribuirle que fue el causante de matanzas de judíos. Afirmación que no se extrae de sus predicas y que carece de fundamento.
Fue consejero de reyes y papas. Desarrolló una gran labor evangelizadora para convertir judíos e inducir a los fieles a la piedad e indulgencia. Las predicaciones y consejos del Santo tuvieron como objetivo esencial conseguir la paz y la concordia.
Todas estas actividades le llevaron a que un papa valenciano, Calixto III, en 1450 lo canonizara y que se convirtiera en santo patrón del Reino de Valencia.