22/08/2019
Un antiguo reportero de truculencias bélicas, después notable novelista y ahora mitad académico y mitad polémico guerrero contra tirios y troyanos, se ha rebelado contra la indolencia nacional que ve pasar la historia de su pueblo cual diana de media España que abomina de la misma en su totalidad sin que la otra media, por mor de la indolencia a que hemos hecho referencia, reaccione y de acuerdo con el ejemplo que cita de otras naciones o pueblos, Francia, Inglaterra, Italia, etc., las tenga como permanente referente nacional.
De Valencia podíamos opinar lo mismo, pero aquí con otras referencias menos asimilables. Para la izquierda, radical o no, todo lo que pudiéramos considerar como glorias patrias los valencianos, independientemente de la lengua preferente, son abominadas por aquéllos, buena parte de los cuales encuentran sus referentes patrios al norte del Ebro.
Pues bien, tomando ejemplo del atípico académico, vocinglero en revistas nacionales y activista agresivo en redes sociales, muy alejado de la actitud retraída y timorata de los académicos al uso, nos permitimos citar como referentes históricos los que desgranamos a continuación empezando por lo prehistórico, sin necesidad de dar explicaciones al respecto.
En el Paleolítico Medio, nuestros abuelos neandertales ya emitían sonidos por lo que podemos presumir de que una de nuestras lenguas vernáculas tiene remotos antecedentes en nuestro suelo patrio.
También que, durante EL Paleolítico Superior, fuimos artífices de un arte singular, con características propias y diferenciadoras, pudiendo considerar a la Cova del Parpalló como la Capilla Sixtina del Arte Paleolítico Mediterráneo, entre el 25.000 y el 10.000 a. de Cristo por lo menos.
Pero, a partir de este momento, el Pueblo Valenciano, junto a otros pueblos peninsulares mediterráneos, inaugura una nueva etapa artística, fiel reflejo de su altura intelectiva, caracterizada por el sentido antropocentrista del ser humano, como eje central, principal y decisivo de la vida sobre la Tierra. Es el Arte Rupestre Levantino, hoy Patrimonio de la Humanidad.
Dando un salto en el tiempo nos situamos en plena Cultura Ibérica, cultura singular mediterránea que permite a los valencianos, entonces iberos, dar nombre a toda la península pero, además, dueños de una lengua propia, la Lengua Ibérica, autóctona, nacida en la profunda Prehistoria y evolucionada hasta que se pudo representar gráficamente con ayudas de un sistema de signos, alfabeto, hemialfabeto o signario en principio importado. Pueblo que desarrolla una cultura singular, con tecnología agrícola propia, armamento propio, cerámica propia, arte propio, religión propia, y costumbres propias entre las que destacan “els bous al carrer”, desarrollo musical intenso y propio, con bailes propios, instrumentos musicales propios (Liria), procesiones de palmas (Elche), mitología propia (lucha del héroe contra el mal), igualdad social hombre-mujer.
Otro salto en el tiempo nos conduce a comienzos del siglo XI (algo más de mil años) donde nos aparece el Reino de Valencia ya constituido, consolidado posteriormente por Jaime I el Grande, que lo estructura con Valencia, “Cap i Casal” del mismo, como eje central. Le da fueros propios y gobierno propio, germen de su pujanza y poderío durante los siglos posteriores.
Como consecuencia de todo ello el siglo XV es el Siglo de Oro de las Letras Valencianas, el primero también de España y en Europa, con la Lengua Valenciana en pleno esplendor.
Como figura estelar hasta 1419 nos encontramos a Vicente Ferrer, después San Vicente, Santo, Intelectual, Asesor de papas y príncipes y, sobre todo, Pacificador de España y Europa. Pero especialmente, su obsesión por la pacificación, permitió que pusiera los fundamentos para la futura unión de todos los reinos españoles y la creación de la Nación Española por los Reyes Católicos. La elección del Trastámara Fernando I como Rey de la Corona de Aragón, (por cierto, el que tenía más derechos dinásticos), que unía al Reino de Valencia, al de Mallorca y a los condados catalanes, fue decisivo.
Y así de salto en salto podríamos llegar al Siglo XVIII, el Siglo de las Luces, con los grandes ilustrados valencianos, pudiendo citar a botánicos, marinos, músicos, políticos, escritores, matemáticos, arqueólogos y un extenso etc.
Si nos remontamos a caballo del siglo XIX-XX nos encontramos al gran arqueólogo Juan Vilanova y Piera, el Padre de la Prehistoria Española. Al gran Vicente Blasco Ibáñez, de alcance mundial, muy por encima de todos los literatos anteriores, coetáneos o posteriores.
Y así podríamos seguir hasta el momento actual, pero es suficiente por lo expuesto, simplemente añadir que será muy difícil poder recuperar o crear este sentimiento que añora el escritor, reportero y académico al que hemos hecho referencia, la creación de las dos Españas, semienterradas en 1978 y vuelta a resucitar en los últimos años, en creciente activismo últimamente, lo impedirá. ¿Lo creen Vds. así? Ya vorem.