La Benemérita, honrosa apelativo que recibe la Guardia Civil española tras 175 años de servicio constante, ejemplar y muchas veces, heroico, recibirá, sin duda, el homenaje Nacional que se prepara y que merece, aunque el noble Pueblo Español le suele rendir día a día porque, junto a la Policía Nacional son los garantes de que los españoles disfrutemos de un elevado nivel de seguridad y, por lo tanto, de libertad consecuente, necesitados ambos para alcanzar, o intentarlo, la plena democracia.
La generación a la que pertenezco fuimos educados en el respeto y la admiración a la Guardia Civil porque se nos repetía, y asumimos, y seguimos asumiendo, que los únicos que la rechazan son los delincuentes, todos los que no respetan las leyes, simples acuerdos entre los hombres y mujeres cohesionado en un territorio-nación para regular las relaciones mutuas bajo los principios de justicia, equidad y respeto. Acuerdos que llamamos leyes.
Pero, aparte de la persecución de la delincuencia, es decir de los que no respetan las leyes, actuando en beneficio propio y esquilmando a los demás, o atentando personalmente contra vidas y haciendas, se le encomendó algo más desde que el Duque de Ahumada el año 1844 la creara. Luchando contra el bandolerismo y la delincuencia rural que había hecho la vida muy difícil en el campo y en sus pequeños pueblos, es decir, en la mayor parte del territorio nacional.
Se le encomendó también desempañar tareas humanitarias y últimamente la vigilancia y control del tránsito por nuestras carreteras, la persecución de la drogadicción que acaba con la vida de tanta juventud, de la corrupción que envenena la vida política y social, de la prostitución que envilece a tantas personas.
Hoy día pasa por momentos difíciles, la convulsión política que se ha instalado en nuestra Patria y que progresa constantemente de la mano, tanto de políticos antisistema, como de otros secesionistas, ha puesto su punto de mira en la Guardia Civil, bastión contra el que se estrellan por su fidelidad inquebrantable a los principios democráticos que se establecieron con la Constitución de 1978.
Pero ha sido una lucha muy dura que han afrontado con la entereza secular sin que ETA, la asesina y sanguinaria banda vasca que con los muertos que sembró por doquier alimentó árboles, como el de Guernica, cuyas maduras frutas eran recogidas por desaprensivos político locales, se haya disuelto y los que la han estado apoyando pidan perdón.
No menos dura es la defensa contra la inmigración ilegal, que alentada por aprovechados e insensatos políticos en busca de miserables votos, los convierten en chivos expiatorios, sufriendo en su integridad física la falta de integridad moral de los responsables de arbitrar medidas adecuadas para controlarla y encausarla.
En el mar especialmente dan muestras fehacientes de su vertiente humanitaria, rescatando de una muerte segura a miles de inmigrantes.
Pero no solo en el mar, en altas y nevadas montañas donde se arriesgan insensatos “alpinistas” en busca de una inconsistente gloria, arrastrando con ellos, a veces, a guías, o a los grupos de rescate.
Lo mismo que en profundos barrancos o en oscuras selvas o en lóbregas cavernas, donde acuden de inmediato a la llamada de socorro sin calcular el riesgo ni la posible culpabilidad de los arriesgados exploradores.
La profunda transformación de la sociedad española, especialmente a partir de 1978, dejando de ser eminentemente rural por su dependencia mayoritaria del campo, permitiendo que la mujer se ocupara de otras tareas que no las estrictamente familiares, enriqueció a la sociedad española al integrarse la mujer en los ámbitos industriales, comerciales, universitarios, tecnológicos, etc. etc. y, como no, en el ejército y en las fuerzas de seguridad, Guardia Civil, Policía Nacional o Local.
Hoy, a nadie extraña ver a una guardia civil con su uniforme verde tradicional y, en determinadas ocasiones, con el famoso tricornio que es su tocado distintivo. Como ya ocurre en el ejército a no tardar hemos de ver algún general femenino al frente del benemérito cuerpo.
Hombres y mujeres de la Benemérita Guardia Civil por tierra, mar y aire, recibid el homenaje que el Pueblo Español, pública y privadamente, os tributará al cumplir los 175 años de servicio a la Nación Española.