Vamos a conmemorar la celebración de la festividad de San Vicente Ferrer en el VI centenario de su muerte. Nació en 1350 en Valencia y falleció en 1419 en la ciudad francesa de Vannes. Por su formación, escritos, acción evangelizadora y asesoramiento político ocupa un lugar distinguido en la historia valenciana. Fue una de las personalidades más relevantes y que mayor influencia ejerció en la Europa de su tiempo.
“La vida de Sant Vicent Ferrer”, obra impresa en 1510 y redactada por Miquel Pérez en valenciana prosa, es la primera biografía del Santo. En ella se resaltan las virtudes del predicador y el recuerdo de lo que la tradición había conservado de sus devociones, parábolas, profecías y milagros. El autor nos ofrece, de manera ampulosa, una primera descripción de este insigne valenciano. Sirva de ejemplo este relato que hace del dominico: “Lo clar sol de justicia Deu Jesus Salvador nostre, per iluminar la escura nit de infidelitat que lo mon enfosquia, volgue fer naxer en la noble y famosa ciutat de Valencia al glorios Sent Vicent Ferrer, per que ab la resplandor de la sua luminosa doctrina bandejas tan escures tenebres. Fon lum clara per virginitat de ardent caritat encesa, guiant a la celestial patria ad aquells que desviats de la Sancta fe catholica, per lo cami de errades obres acaminaven”.
Miquel Pérez relata en un capítulo de su obra el orden y reglas a las que el Santo ajustaba sus sermones y resalta las excelencias de su predicación.
Nuestro Santo, patrono del antiguo reino de Valencia, fue una personalidad comprometida. Intervino en el Cisma de Occidente, en las deliberaciones del Compromiso de Caspe y en el intento de pacificación de los enfrentamientos de los bandos en Valencia. Fue consejero de reyes y papas. Sus predicaciones y consejos tuvieron como objetivo esencial conseguir la paz y la concordia. Desarrolló una gran labor evangelizadora para convertir judíos y moros e inducir a los fieles a la piedad e indulgencia.
Sentenciado el Compromiso de Caspe (1412) donde se eligió rey a Fernando I de la Corona de Aragón, Vicente Ferrer reanudó su labor evangelizadora de manera itinerante por el reino de Valencia, y territorios de Aragón, Mallorca, Cataluña, Castilla, Francia, Italia, etc.
En la Biblioteca de la Metropolitana de Valencia se conservan colecciones manuscritas de sermones que como los del Colegio del Patriarca de Valencia están redactados en latín. Además disponemos publicados tomos manuscritos del siglo XV de sermones de este Santo escritos en lengua valenciana. Ni unos ni otros fueron caligrafiados por este Apóstol de Europa, sino que fueron redactados posteriormente de las notas tomadas al oído por algunos oyentes que asistieron a sus intervenciones públicas y pláticas. Estos sermones valencianos llevan por título “Reportationes sermonum Reverendissimi Magistri Vincentii Ferrarii predicatoris finis mundi”.
De la lectura de algunos de ellos se extrae el carácter del Santo. Sin lugar a duda son más elocuentes los escritos en valenciano al expresar con mayor espontaneidad las ideas y adaptarse mejor el lenguaje y su cálida elocuencia a la exposición del mensaje que deseaba trasmitir y al temperamento del predicador.
El estudio de los sermones valencianos de San Vicente Ferrer realizado por Roque Chabás y la compilación del sermonario de Sanchis Sivera nos ofrecen una visión de la vida interna de una sociedad minada por los vicios y un ambiente de superstición ridícula. Abogaba por la santidad de la vida y la doctrina pura, fundamentándose en contenidos de las Sagradas Escrituras. Destinaba sus sermones a todas las clases sociales: reyes, clérigos; ricos y pobres; cristianos, judíos o moriscos. Pretendía infundir la necesidad de un espíritu de renovación de la sociedad. Hablaba con lenguaje directo, sin retórica, ni superficial, transmitiendo sus propias emociones y recomendando el camino de perfección para alcanzar la salvación.
En ellos se advierten las cualidades descriptivas del orador. Su lenguaje se adaptaba a la idea que deseaba expresar. Fue un maestro de la oratoria, la dialéctica y de la ciencia teológica y la exégesis. Enlaza con armonía los sucesos, cambia con habilidad de tema, y todo ello con una claridad digna de encomio. Recurre a la ironía en algunas denuncias y utiliza un lenguaje fluido. Vicente Ferrer no pretendió ser nunca un literato. Sus sermones constituyen un excelente documento ideológico y social, un ejemplo de literatura de carácter populista, fueron pronunciados mayoritariamente en lengua materna valenciana: “in sua valentina ac materna lingua fuerit semper locutus”, y tuvieron más una finalidad apostólica que estética literaria.
Sus predicaciones se caracterizaron por su expresividad. Supo aprovechar de manera magistral la vivacidad, precisión y riqueza de la lengua popular. Utilizó metáforas, proverbios, anécdotas para ilustrar su doctrina y hacerla más convincente y eficaz. Acude a ejemplos de la vida cotidiana para comentar acontecimientos. Plasmó las virtudes y vicios de la época, denuncia la usura y las modas. Lanza invectivas contra la depravación social. Censura las malas costumbres de los padres al aludir a la educación de los hijos. Son numerosos los textos vicentinos donde vitupera a capellanes y frailes y lo hace con indignación. Sus sentencias reflejan que fue un gran reformador de costumbres.
El santo dominico valenciano fue un ejemplo de elocuencia, santidad y ciencia; y también de europeísmo y valencianidad.
Muchos valencianos deseamos que esta conmemoración del VI Centenario sirva para impulsar a Vicente Ferrer a ser proclamado doctor de la Santa Iglesia.
Valencia, 21 de abril de 2019
María del Carmen Aura Busó y José Vicente Gómez Bayarri
Catedrática de Bachillerato de Lengua y Literatura y Académico de número de la RACV